sábado, 13 de noviembre de 2010

De la linea para Afuera

Ariel Carreño recuerda la noche en que abrazó al asistente Taibi para festejar un doblete contra River. No lo echaron, pero... “Hoy me río, pero no lo haría”.

Yo sueño con un superclásico. Pero no lo digo como un pensamiento, eh. Es literalmente despertarme como si hubiese jugado un clásico”.

Ser la figura ante River es la ilusión de millones de pibes. Cumplirlo, sea cual fuere la razón del partido, lo pueden cumplir sólo unos pocos. El lo hizo hace ocho años. Dos goles. 4-0. Un técnico que se tuvo que ir. Un festejo divertido con un línea. Todo eso hizo que aquel River-Boca en el verano 2002 en Mar del Plata fuera el partido más recordado, no sólo por Ariel Sebastián Carreño, sino también por mucha gente. “Me pasa aún hoy que me cruzo hinchas en la cancha, o me sorprenden en el aeropuerto o en un shopping y me saludan y se acuerdan de ese partido. Para el Bostero no importa si fue en el verano. Me sorprende porque fue hace mucho, pero fue el que más repercusión tuvo en mi carrera en la Argentina. Fue claramente el que mas me marcó. Y la gente también lo recuerda”, relata hoy desde Colombia, donde, luego de salir campeón con el Once Caldas, se fue para La Equidad y sigue metiendo goles, alguno incluso con la repercusión de aquel doblete.

No fueron sólo esos dos goles. Aquel equipo dirigido por el Maestro Tabárez estaba compuesto en su mayoría por pibes de las Inferiores y le dio una paliza al equipo de Ramón, que tambaleó tras la goleada. Fue uno de esos superclásicos que quedan en la historia y en la memoria de hinchas, de un equipo y del otro (lo suspendió la hinchada de River provocando incidentes). “Fueron varios veranos que con Bianchi o con Tabárez ponían un equipo suplente, entre comillas, con muchos juveniles. Y ellos iban con titulares y a nosotros nos motivaba. Salíamos con todo. Y así nos fue”, relata con precisión.

-Aquel festejo también es recordado...

-En ese momento era muy joven, no tomaba tanta noción. Es una gran anécdota. Abracé al línea porque era medio loco. Se me cruzó eso y lo abracé y no tomé noción de que me podían expulsar, es una falta de respeto a la autoridad. Hoy no lo haría, soy grande, pero me río.

-¿Todavía te preguntan por eso? -Claro, el hincha de Boca tiene memoria... Me escriben muchos por Facebook para saber si soy yo y me hablan de aquella noche de Mar del Plata. A mí me gusta charlar sobre eso.

-Seguramente se extrañan esos partidos.

-Y sí. Mucho. Hablando con compañeros que jugaron en Europa, con ex jugadores que estuvieron en Real Madrid ante Atlético o Barcelona y te dicen que no hay otro más lindo que un Boca-River. Es el más lindo del mundo.

Le hizo más goles a River. Jugando para San Lorenzo y para Chicago. Pero también tiene malas: en un súper de Reserva, se fracturó el maxilar. Y en otro, en uno de ésos que el hincha de Boca prefiere olvidar, él salió en todas las fotos sin querer. “Fue de local. El gol de vaselina de Rojas arrancó con una jugada mía. Me fui por derecha, mandé el centro y no sé qué pasó. Lo corrí y hasta le tiré una patada para voltearlo y nada: después salí en la foto del gol de ellos y me quería morir. Es el peor recuerdo”, dice aún con algo de bronca.

En Colombia también le han pasado cosas raras. Estuvo cinco semanas sin jugar con una contusión cerebral que lo dejó internado, aunque afortunadamente zafó de la cirugía ya que el edema que le provocó se reabsorbió naturalmente: “Ya pude volver a meter la cabeza en una jugada sin miedo”, cuenta. Y hasta tiene un récord, que lo mantendrá por un tiempo en la historia del fútbol colombiano: metió el gol más rápido de la historia, a los siete segundos, al Junior de Barranquilla. “Dicen que hay una plaqueta para mí por eso, pero aún no vi nada, ja. Es otra de las anécdotas que voy a guardar siempre”.

Padrino de uno de los hijos del Chaco Giménez (ahora en México) y compinche de muchos de aquella generación (Omar Pérez, Marchant, Pinto, Bracamonte), sueña con regresar pronto al país, ya que su contrato se termina en diciembre. “La chance de ir a Boca no la contemplo, aunque me encantaría. Yo era joven y no supe aprovecharla, no me desempeñé como debería. Hoy lo disfrutaría mucho más. Fue una experiencia hermosa pasar por Boca. Y hacerle goles a River, claro”. Un xeneize auténtico.

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